jueves, 10 de mayo de 2007

Reportaje Valentina Basterrechea Soto

Una Inundación de problemas
La gran cantidad de agua caída en la región del Bío-Bío en julio del 2006 provocó una inundación de proporciones pocas veces vista que afectó a personas y viviendas, pero que además sacó a flote las debilidades estructurales de nuestro sistema gubernamental.

Por Valentina Basterrechea Soto

Como todos sabemos, el agua es fuente de vida y un elemento esencial para el desarrollo de muchas de las actividades humanas. También es conocido que este recurso cada día se vuelve más indispensable y a la vez más escaso, por lo tanto no deja de ser una paradoja que precisamente haya sido el exceso de agua la causa de una catástrofe que como hace años no se veía en la región. Este es el caso de las inundaciones que afectaron la zona en julio del año pasado.
Casi 260 milímetros de agua cayeron en la región en un periodo de sólo 36 horas, fenómeno que afectó a 52 de las 54 comunas, dejó 25 víctimas fatales, cerca de 50 mil damnificados, destruyó 750 viviendas y dañó cerca de 34.000 casas, según datos de la Intendencia. Pero que además reveló casi como una radiografía todas nuestras debilidades, no sólo de tipo estructurales sino que también dejó al descubierto que muchas veces somos víctimas de los malos procedimientos del hombre.
Es por esto que al tratar de responder la pregunta de por qué se produjeron inundaciones de tamaña envergadura, todos los caminos nos llevan en una dirección: la inconsciencia del ser humano. Lo que sucedió el 2006 fue producto de una superposición de causas.
Por un lado tenemos la excesiva cantidad de agua caída en tan poco tiempo, que podría parecer natural pero que es consecuencia del cambio climático que a su vez es producido por el calentamiento global del que sí es responsable el hombre. (Ver recuadro 1)
Esto se entiende también al decir que en el momento de las inundaciones la Isoterma (línea que determina a que altura las precipitaciones son de tipo nieve o lluvia) se encontraba más alta, por lo que llovió donde antes había nieve y, por ende, el aporte de agua lluvia fue mayor a lo habitual.
Por otra parte existen otros motivos que no han sido ratificados por las autoridades pero que los pobladores afectados con esta tragedia son tajantes al mencionar. Es el caso de la apertura de compuertas por parte de los Embalses Pangue y Ralco, el relleno ilegal de humedales y la construcción de viviendas en lugares que por su propia naturaleza están destinados para recibir el caudal de los ríos. (Ver recuadro 2 y 3)
De todos los factores en el único que no habría tenido injerencia el ser humano es en que toda esta situación se produjo en un momento en el que la marea estaba alta lo que complicó la evacuación de las aguas al mar.
Sin embargo, si nos ponemos a hilar fino, nos podemos cuestionar que si bien este fenómeno no se puede evitar, sí se puede prever o predecir. En ese caso la falla humana está en no saber anticiparse a los hechos o en último caso no estar bien preparados para saber cómo reaccionar ante ellos.
Los errores humanos no sólo producen catástrofes, también pueden empeorarlas una vez ocurridas, es por esto que los vecinos hoy exigen tener sistemas de emergencia mejor elaborados.

La reacción de las autoridades

Enumeradas las causas, hay que evaluar las consecuencias del desastre. Lo primero en ser registrado es el catastro de las pérdidas materiales y humanas, pero es difícil calcular el efecto que tuvo en las autoridades y en los mismos afectados el haberse vistos vulnerados por un fenómenos que definitivamente los superó.
Como nunca, quedaron al descubierto las falencias de un sistema que, producto de procedimientos burocráticos, pocas veces ofrece solución o simplemente tarda mucho en concretarse.
La opinión generalizada de los vecinos afectados, asociados en la Coordinadora Provincial de Inundados, es que existió una falta de coordinación entre Municipios y Gobierno Regional, ya que sus funciones muchas veces se sobreponen y confunden. Esa lucha de poder se hizo evidente dejando a los más afectados en el medio y con las manos atadas. Así lo denuncia Fernando Espinoza, de la Coordinadora Provincial de Inundados, quien afirma que estas dos entidades se desligaron de responsabilidades culpándose mutuamente, práctica en la que todavía incurren.
Pero hoy se están generando las instancias, se están movilizando recursos y de a poco los vecinos están siendo escuchados. La gestión de agrupaciones como la Coordinadora Provincial de Inundados que reúne a representantes de Hualqui, Tomé, Talcahuano, Concepción, San Pedro, entre otros, han conseguido crear una plataforma desde donde tienen la posibilidad de que sus prioridades, por lo menos, sean escuchadas antes de que se tomen las decisiones.
El efecto de este desastre en la comunidad fue de tal magnitud que la inversión en la región para obras de conservación aumentó de 150 millones de pesos anuales a casi de1500, solamente por aporte del gobierno regional sin contar los aportes del Ministerio de Obras Públicas, aseguró Nelson Abarca, director subrogante de Obras Hidráulicas.
Por otra parte, se tomó la decisión de reactivar los comités de emergencia comunales, que no funcionaban hace años, de manera de canalizar a través de éstos los distintos mecanismos de protección civil. Según Fernando Espinoza, estas entidades son cadáveres dentro de los municipios, y a meses del invierno todavía no se constituyen en todas las comunas. Por lo mismo están exigiendo tener una relación más directa con una instancia ejecutiva. “Nos propusimos llegar al invierno lo más preparados posible, la idea es tener planes de contingencia donde todo el mundo sepa que hacer”.

Culpas más, culpas menos, ya no corresponde buscar responsables ni evaluar los daños, lo que queda ahora es concretar las soluciones que se prometieron, entre las cuales ya se encuentran en desarrollo principalmente obras de mitigación y canalización
Es el caso del estero Nonguén en Concepción, el canal Papen en Chiguayante, las obras en la población Libertad y Gaete, y la limpieza de colectores en Talcahuano, el mejoramiento del canal Price en Hualpén, entre otros.
Pero sigue como una deuda pendiente la creación de un plan integral de emergencia que involucre a carabineros, bomberos, armada y vecinos, de manera que si no se pueden evitar las inundaciones por lo menos la gente sepa que hacer para paliar sus efectos.
A eso apelan hoy los miembros de la Coordinadora, saben que tal vez sea muy tarde para comenzar obras de carácter estructural, saben que probablemente este año algunos sectores nuevamente se van a inundar. “Lo que pedimos es por lo menos estar mejor preparados este año y que la municipalidades no esperen que pasen días después de las inundaciones para llegar con un par sacos de carbón, además mojados.” Comentó Fernado Espinoza.
Cristina Castro, Presidenta de la Agrupación de Inundados de San Pedro, comenta “Básicamente queremos que la Municipalidad haga su trabajo responsablemente, si hay riesgo de inundación que monitoreen el tema y que se preocupen antes. Si estar preparados con cordeles, botes inflables, cloro, carbón, son cosas elementales y de bajo costo”.
La eterna pregunta entonces es ¿por qué no se hace?, tal vez falta que en nuestra cultura el refrán “más vale prevenir que lamentar”, deje de ser sólo una frase hecha y se convierta por fin en una forma de enfrentar la vida.
Y si esto se aplica en todo orden de cosas, de manera que las intervenciones del hombre tanto en la naturaleza como en su vida social y política sean un acierto y no un error, tal vez existe la posibilidad de no seguirnos lamentando.

Recuadro 1: Calentamiento global e inundaciones

Según Oscar Parra, director del Centro de Ciencias Ambientales, EULA, existe estrecha relación entre cambio climático global y las inundaciones sufridas en nuestra región. Esto se debería a que la temperatura del planeta está aumentando producto de las emisiones indiscriminadas de Co2 que traen consigo los procesos de industrialización.
Este calentamiento produce, por un lado, derretimiento de las nieves lo que aumenta los caudales de los ríos y, por otro, hay un efecto sobre el ciclo hidrológico del agua lo que hace que en algunas partes llueva más, con las consecuentes inundaciones, y en otras menos, produciendo desertificación.
Para Parra, no es que en nuestra región haya llovido más de lo que históricamente llueve, sino que llovió en un determinado tiempo de forma muy intensa, lo que significó que la morfología del territorio que está acostumbrado a un patrón de lluvia y de caudales de ríos, se haya visto sobrepasado. Y eso es consecuencia de los cambios climáticos.
“Todos los patrones de comportamiento de crecidas han cambiado, hoy tenemos una especie de comportamiento loco que es muy difícil predecir en forma precisa producto de los cambios climáticos y calentamiento global” agregó.


Recuadro 2: Responsabilidad de Endesa

Pasados nueve meses desde la catástrofe, se mantiene la polémica que involucra a la empresa Endesa con las inundaciones del año pasado. Los vecinos afectados y sus alcaldes afirman que la apertura de las compuertas de la central Pangue y Ralco habría provocado un golpe de agua tan grande que no sólo inundó viviendas sino que además provocó la muerte de 14 personas en Santa Bárbara. Así lo señaló la presidenta de la Junta de Vecinos nº 22 República de Hualqui, Liliana Díaz Vargas.
Sin embargo, los resultados de la investigación de la Comisión creada en la Cámara de diputados para estudiar el tema, indican que no se puede establecer una relación de causa-efecto entre los dos hechos.
Ahora bien, los vecinos se cuestionan la validez de esta investigación, ya que su experiencia les indica que Endesa tuvo mucho que ver. Es el caso de Juana Valenzuela, miembro de la Junta de vecinos ya mencionada, quien culpa categóricamente a la Empresa por la inundación que llegó a casi dos metros en su casa. “La pregunta que nosotros nos hacemos es que si no es Endesa quien nos inunda, ¿por qué envió a dos asistentes sociales a hacer un catastro de las perdidas, y más tarde fueron en ayuda de los sectores ribereños?”
Liliana Díaz afirma que todos los años ellos se ven afectados por esta situación y que Endesa incluso avisa por teléfono que va abrir sus compuertas para que la gente evacue sus casas. “Ellos saben que nos vamos a inundar y aún así abren las compuertas” agregó.
El informe señala que se ha solicitado a Endesa la construcción de un dique de contención más abajo de la central Pangue, que permita regular las salidas de agua, como consecuencia de la crecida del caudal del río, pero Endesa no lo encuentra procedente, pues no estaba contemplado en el proyecto original.
También se propone que se ordene a Ralco, por ser una represa que puede cerrar absolutamente el paso del río Biobío y por tanto recuperar sus niveles en un par de días, que a partir del mes de abril el embalse se mantenga con una cota no superior a los 710 metros sobre el nivel del mar, pudiendo recuperar su cota máxima de 725 metros a partir del mes de octubre de cada año. Con esta simple medida se tendría una capacidad de embalsamiento de crecidas, en el mismo embalse, que aseguraría que nunca más se producirían inundaciones aguas abajo de las centrales de Endesa sobre el río Biobío.
¿Por qué hay que tomar medidas si Endesa no incurrió en ninguna falta? Será más bien que explícitamente no se quiere señalar a la empresa como culpable por los grandes costos de imagen y por supuesto de indemnizaciones que esto significaría, aún cuando implícitamente todo apunta a que Endesa si tuvo mucho que ver. Es un tema que da para pensar.


Recuadro 3: Construcciones inescrupulosas y relleno de humedales

“Se le está robando espacio que naturalmente le pertenece al río, si lo que pasa no es culpa del río es culpa de la gente” afirma Oscar Parra.
Según el director de EULA, la gente siente gran atracción por el agua por lo que construyen sus viviendas en las riberas de los ríos que son lugares históricamente inundables.
Pero, además, se está incurriendo en una práctica que también contribuye al problema, el relleno de humedales (Los Batros, Carriel sur, entre otros).
“Se crean inmensos proyectos inmobiliarios que son completamente irracionales. Se construye en lugares que van a ser sin duda los primeros en inundarse cuando se debería construir en los cerros” agregó Parra.
Cristina Castro culpa principalmente al proyecto San Pedro del Valle de las inundaciones sufridas en Candelaria. El humedal Los Batros funciona como esponja natural ya que absorbe las aguas, pero AITUE ya ha pavimentado gran parte del sector impidiendo que este proceso se produzca.
¿Por qué las constructoras siguen pasando a llevar los planes reguladores y la normativa existente? Todo apunta a que en los municipios alguien no está haciendo bien su trabajo, ya que son ellos los responsables de otorgar permisos o en su defecto fiscalizar que los lugares que nos pertenecen a todos no sigan siendo mal utilizados por los intereses de sólo unos pocos.

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